Panthera de Parthenia M. Hicks
Por GAtherton

Me imagino tu mito de nacimiento: 

tierra húmeda, humeante de gases, 
plasma ascendiendo, células no divididas,
sangre flotando sin hogar.
Era el primer día, no el sexto, 
antes de que la oscuridad se convirtiera en noche 
y la noche se hizo ébano o azabache.
Tu presencia informe de leopardo-jaguar
colgaba como una semilla misteriosa en la ronda, 
bola de tierra vacía, 
como el aire dentro de un globo, 
esperando para llenar la tierra futura:
África, Asia Menor, China e India,
América del Norte y del Sur, México.
Más luna que sol en tus células,
más velocista que corredor de fondo,
más de quinientos músculos voluntarios enmarcando 
tu saber futuro.
Tú, con tu visión binocular, 
“Argos de los Mil Ojos”,
cuidando a la novilla IO que fue amada por Zeus,
prever escopetas y rifles, 
pieles de pasarela y amuletos con garras,
el jardín pavimentado, el bosque saqueado, 
robado y quemado?
Tú, que estarías escrito en el Abodazara,
como apellido para la familia de José,
realizando una curación en el nombre de Jesús ben Panther,
saber, en ese primer día,
cuando tus garras se clavaron en el humus
y te casaste con la oscuridad lunar 
que morirías primero en América del Norte?
Cuando me imaginabas junto al río,
¿Por qué no rodeaste y atacaste por la espalda? 
muerde los huesos temporales de mi cráneo pagano,
asesinato o cambio de forma antes del sexto día podría escribirse?

© Partenia M. Hicks